ANIMAL POLITICO
La Nación, Domingo 25 de Octubre de 2002
Por Francisco Javier Díaz
Un amigo guachaca me decía hace un tiempo: sabe compadrito, el PS es como una casa de remolienda de esas antiguas, con cabrona, ponche, brasero y llena de putas viejas. En cambio, el PPD es como uno de esos prostíbulos modernos, alfombrados, climatizados, con jacuzzi ... y lleno de putas viejas. Si bien la metáfora no es de lo más elegante y puede sonar incluso ofensiva a los de epidermis fina, lo cierto es que parte de los avatares del PPD se pueden explicar por la mala idea de sus dirigentes de olvidar que la política no se hace en el vacío. Se hace con slogans, sí, pero también con gente y con historia.
Soy fanático de Dick Morris, ex asesor y estratega de Bill Clinton. Hace algunos meses lanzó su último libro, Power Plays, donde a través de la descripción de una serie de casos históricos, intenta ilustrar sus teorías acerca del éxito o fracaso de un liderazgo político. Una de estas teorías dice relación con el partido del líder. Morris señala, en breve, que cuando el partido se pone díscolo o entorpece su propio crecimiento, la indicación es clara: señor líder, reforme su partido.
De ahí el ejemplo de Tony Blair, que transformó el viejo laborismo inglés en una fuerza nueva y potente, para lo cual hubo de remecer las antiguas estructuras del partido que lo ataban al voto y las mayorías internas de los sindicatos y confederaciones. O el caso de Koizumi, el Primer Ministro japonés, que luego de los escándalos de corrupción y merma electoral que sufre el Partido Liberal Demócrata a partir de 1993, logra remecer la estructura de viejos caudillos, empresarios y grupos de interés que dominaba el partido y relanzar un nuevo tipo de liderazgo.
Una genialidad similar fue lo que hizo Ricardo Lagos con el socialismo en Chile. Si bien el nacimiento del PPD está ligado al plebiscito de 1988 como estructura instrumental, es un hecho que tras ello el partido se posicionó como una fuerza de izquierda nueva, distinta, moderna. Ahí la definición clave de Lagos y su gente. Reformar el socialismo chileno tomaría años --como de hecho lo ha tomadoasí que mejor irse por la vía del PPD. Un nuevo caso para Dick Morris, con una variante en su cometido: si su partido lo está jodiendo, organice uno parecido.
Luego del desasimiento de Lagos del PPD y su elevación a figura emblemática para todo el socialismo chileno, el PPD entró de lleno al gobierno y al parlamento. Pero ahí estuvo su principal problema: no captó nunca que sin historia, sin base y con votos prestados, sería difícil sobrevivir más allá de la administración del estado.
Así, la gran debilidad del PPD es que éste se explica sólo por el gobierno. Su legitimidad y visibilidad se explica por y para la Concertación en la administración. Si hiciéramos el ejercicio mental de perder la elección, todos los partidos sobreviven sin mayores problemas, como de hecho lo han hecho, en condiciones heroicas muchas veces, salvo el PPD. A excepción de sus figuras nacionales, algunos parlamentarios y aquellos que se han privatizado, el PPD como partido vería temblar su actual posición.
El PPD cometió dos grandes errores, que explican porqué dos escándalos menores a ojos de cualquier observador imparcial, como son el caso cartas y el caso coimas, logran desestabilizarlo tanto. Porque reconozcámoslo aunque sea al pasar: han habido cosas mucho peores en la política chilena.
El primer gran error del PPD fue sentirse y proyectar la imagen de inmaculado, cuando todos sabemos que la política es fría y descarnada. Era risible ver a algunos de sus dirigentes, que tienen años de circo, presentándose como blancas palomas. Es duro admitirlo, pero las vírgenes no existen en política. Al priorizar un perfil público fiscalizador antes que propositivo, primero con Schaulsohn y luego Girardi, Leal, Ávila et.al., el PPD no entendió que el juego de la denuncia en política es un juego de suma negativa, donde todos pierden, unos más que otros, claro, pero a la larga todos pierden.
Así, temo que la excelente campaña de te defiende, en vez de ser interpretada como el león que te defiende de los excesos del neoliberalismo, de la depredación del medioambiente o de las causas de nuestra inseguridad, fue más bien entendida por algunos como el león que ataca a los políticos desde una vereda distinta a la de la UDI.
El segundo gran error del PPD fue creerse el cuento de su éxito electoral y girar a cuenta de él. Hay que ser claros: la primera fuerza política en Chile no es la UDI, es el laguismo, o socialdemocracia, o centroizquierda, o como quiera que se le llame. El PPD subió su representación parlamentaria de manera meramente circunstancial. Así como el PPD no es la primera mayoría, ni Jofré es un mago o los candidatos no eran ni tan cototos, el PPD tampoco es el futuro exclusivo. Toda la centroizquierda es el futuro; un progresismo moderno, eficiente, sensible y cercano a la gente. Socialistas, radicales, demócratacristianos, independientes, gente de la calle, de la cultura, académicos, artistas, mujeres, muchas mujeres, jóvenes, estudiantes, obreros y cesantes. Todos son ese futuro.
No se trata de hacer leña del árbol caído, porque no sólo hay poca leña, sino que porque el árbol tampoco estaba tan crecido. Puede sonar contradictorio decirlo, pero siento que el PPD ha perdido la virginidad que nunca tuvo.
FJD/