Blogia
Francisco Javier Díaz

Un poco menos indigna

Un poco menos indigna LA NACION DOMINGO
Domingo 10 de Octubre de 2004

Francisco Javier Díaz

_
Nuestra Constitución no es una constitución digna. Fue promulgada en medio de un régimen dictatorial, cuando miles de chilenos sufrían el terror del gobierno de la época. Una comisión constituyente designada a dedo por el gobierno de facto, propuso un texto que fue sometido a plebiscito. Este plebiscito, a su vez, tampoco contó con mínimas garantías de dignidad democrática: no había registros electorales, los electores votaban en cualquier mesa, los vocales eran designados por los municipios --todos controlados por el gobierno central--, no habían apoderados de mesa o local, regían estados de excepción, los partidos estaban proscritos, la oposición era perseguida, cientos de miles de chilenos se encontraban en el exilio impedidos de participar en el referéndum, entre muchas otras irregularidades.

_
Pero no sólo la aprobación de la Constitución fue indigna, también lo fueron muchas de sus disposiciones. Se trató de un verdadero traje a la medida de parte de Pinochet y sus asesores, de manera de asegurar para sí una serie de poderes y contrapoderes que limitaren la soberanía popular. No hay nadie que haya podido defender, sin sonrojarse, instituciones tan aberrantes como, por ejemplo, la de los senadores designados o el Consejo de Seguridad Nacional.

_
Se ha producido un acuerdo en el Senado que elimina gran parte de estas disposiciones. Hay que aplaudirlo, y esperar que la Cámara entienda el desafío histórico en el que se encuentra. Queda pendiente la reforma al sistema binominal, pero aún así, el avance es sustantivo. Con estas reformas, la Constitución de 1980 se hace un poco menos indigna.

_
Hay que destacar, sin embargo, que el debate constitucional no debe terminar aquí. Es un hecho que la Derecha, una vez aprobadas estas reformas, intentará cerrar el debate y tratará de revestir de un halo de legitimidad la Carta de 1980. No hay que perderse en esto. La Constitución de 1980 será siempre una carta indigna por su propia génesis. Pero además, es una carta que denota un constitucionalismo tradicional y anticuado, y una fuerte inspiración neoliberal y conservadora que no representan necesariamente a todos los chilenos.

_
Una de las banderas del progresismo en el futuro cercano debe ser el avanzar hacia una Constitución que represente a todos, y que recoja algunas de las experiencias de participación y representación que se recogen en las Cartas de otros países, como la iniciativa popular de ley, la ampliación en el uso del plebiscito, la protección de los derechos sociales y económicos del hombre, la nivelación entre los poderes del ejecutivo y el legislativo, entre muchas otras materias.

_
Si bien importantes, no hay que conformarse con las reformas planteadas. Debemos avanzar hacia una Constitución moderna, que lleve al pie la firma de un Presidente democráticamente elegido. Una Constitución que tenga la dignidad de representar a todos los chilenos.

_
Francisco Javier Díaz, Fundación Chile 21, Candidato a Concejal en Las Condes
_

Ver La Nación Domingo

0 comentarios