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Francisco Javier Díaz

Renovación socialista II

Renovación socialista II Patricio Navia

Revista Capital, #143, octubre 22, 2004

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El sexenio de Lagos pondrá magistralmente fin a la renovación socialista
iniciada en los 80. Pero solo en la medida que la popularidad de Michelle
Bachelet sea acompañada de nuevas ideas y rostros, la izquierda chilena
podrá iniciar una nueva renovación socialista que le permita consolidarse
como el progresismo más exitoso de América Latina y como pilar de la
estabilidad del modelo de economía social de mercado.

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La renovación socialista consistió en aceptar a la democracia como la única
forma legítima de gobierno y aceptar al libre mercado como mecanismo
eficiente de asignación de recursos. Aunque siguen abrazando los mismos
ideales de justicia social, los socialistas persiguen hoy esos sueños con
otras herramientas. La Renovación Socialista I estuvo liderada por muchos
que fueron parte de la UP. En la medida que los mismos que antes llamaban a
avanzar sin transar se convirtieron en defensores del libre mercado, la
renovación socialista sentó las bases para que, 27 años después de que el
golpe militar evidenciara la derrota del proyecto, un socialista volviera a
La Moneda.

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El triunfo de Lagos coronó el proceso de renovación. Después de arduas
negociaciones y debates, la unificación de los partidos democráticos de
izquierda en el PS en 1989 representó uno de los momentos claves en la
consolidación de la Concertación. La coalición formada para derrocar a
Pinochet pasó de ser un conglomerado de 17 partidos a ser una coalición de
dos partidos y medio: PDC, PS-PPD y PRSD. Aunque el socialismo renovado
nunca logró ponerse de acuerdo respecto al futuro del PPD, la candidatura
presidencial de Lagos permitió a los dos partidos funcionar
cohesionadamente durante los 90. Y fue la aceptación del libre mercado por
parte de la izquierda lo que eliminó una última y difícil traba para que el
modelo se consolidara y que el país viviera su decenio más exitoso.

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Pero la renovación socialista cerrará su ciclo cuando Lagos abandone
exitosamente La Moneda. Como el nuevo orden mundial obliga a reinventarse o
morir, el socialismo necesita de una nueva renovación para seguir siendo
relevante, e incluso convertirse en el sector político más importante. El
liderazgo de Bachelet ofrece una inmejorable oportunidad para construir una
plataforma socialista post-Lagos. Pero así como Bachelet es un nuevo rostro
emblemático para el socialismo, otras caras nuevas deben consolidarse en
posiciones de liderazgo. Los dirigentes de esta nueva etapa son demasiado
jóvenes como para haber participado de la renovación socialista I. Aunque
muchos tengan recuerdos de infancia de la UP, estos nuevos líderes
comenzaron a hacer política en dictadura primero y luego en Concertación.
Para ellos, la primera renovación socialista coincidió con su propia
formación política. Ellos necesitan ahora experimentar su propia
renovación—y echarse al hombro los partidos de izquierda en esa
aventura—para poder construir, a partir la herencia de un exitoso sexenio,
un proyecto relevante para el futuro.

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Porque la democracia precisa de partidos fuertes, dinámicos, ágiles y
modernos, resulta satisfactorio ver que este segundo proceso de renovación
socialista ya ha comenzado a gestarse. El saludable número de jóvenes
candidatos a concejales del partido da cuenta de una renovación
generacional incipiente. Esta generación de recambio demuestra ya capacidad
de asumir tanto sus legados históricos como la realidad del Chile actual.
Son socialistas que gustan de los malls y ejercitan su condición de
consumidores y ciudadanos. Son conscientes de que vivimos en una sociedad
plagada de temores e inseguridades pero también ansiosa de realizar sus
sueños y sus utopías. Y desde allí buscan construir un país más justo, de
más oportunidades para todos y más libre. Desde aquellos que buscan
recuperar los bastiones históricos de la izquierda en estas elecciones
municipales (como Gonzalo Durán en Independencia o Freddy Ponce en
Cerrillos) hasta los que se animan a buscar escaños en el concejo municipal
en bastiones de la derecha (como Danae Mlynarz en Ñuñoa o Francisco Díaz
Verdugo en Las Condes), estos liderazgos de recambio evidencian que la
renovación socialista II es un proceso ya en marcha. De que sea exitoso
dependerá no sólo la vigencia futura del PS sino también la supervivencia
del modelo de libre mercado en un país donde las profundas desigualdades y
la amenaza populista constituyen una amenaza permanente a la estabilidad
democrática.

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Revista Capital

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