¿Por qué Las Condes?
Por Francisco Javier Díaz
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Nací en Las Condes. Aquí me crié; aquí fui al colegio. En una tranquila calle del sector Apoquindo aprendí a caminar, correr y jugar con mis amigos. Tomé helados en el Faro, comí papas fritas en el Pollo Stop, y fui a las fiestas del Stadio Italiano. Pero mi principal recuerdo de aquella Las Condes de los setenta y ochenta está ligado a mi bicicleta. Recorrí la comuna entera una y otra vez con mis amigos, de punta a cabo, de Bilbao a Kennedy y de Tobalaba hasta el Arrayán. ¿Había que hacer una tarea con un compañero de curso? Tomaba la bici y partía a su casa. Sin problemas. Sin temor. Sin congestión. Con buenas veredas y muchos árboles. Era una comuna humana, hecha para que su gente se sintiera bien.
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Nadie conoce Las Condes mejor que yo, mi bicicleta CIC, y mis compañeros de infancia y adolescencia. Y podemos decir que en esta comuna ya no se vive bien. El tráfico asfixiante, la inseguridad ciudadana, la urbanización descontrolada, la desigualdad.
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Que la calidad de vida se haya deteriorado tan dramáticamente en esta comuna no es algo casual, ni fue el producto del mayor desarrollo del país, ni tampoco ha sido algo inevitable. Nuestra calidad de vida se ha deteriorado simplemente por una mala visión acerca de cómo se debe construir el barrio y la ciudad.
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Basta incluso ver comunas aledañas, como Vitacura o Providencia, que han demostrado mayores avances que nosotros en los últimos años. Basta pensar que somos una de las comunas con mayores recursos de Chile, y que no recibimos la gestión edilicia y ni la visión de ciudad que merecemos.
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El asunto es simple: La gestión alcaldicia de los últimos años ha priorizado la candidatura presidencial de Joaquín Lavín por sobre los anhelos y reales problemas de nuestros vecinos. El actual alcalde De la Maza ha dedicado casi todo su tiempo y energías a su labor de jefe de campaña de Lavín. No tengo ningún problema en que sea su generalísimo, pero que no deje botada la comuna como lo ha hecho!
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La visión de ciudad es un tema de mayor complejidad. Hemos perdido en calidad de vida porque ha primado una visión inmediatista, chata, de cero pertenencia cultural hacia lo que es el patrimonio histórico de la comuna. Han derribado los barrios de mayor valor arquitéctonico, para dar paso a una pléyade de edificios sin orden ni criterio estético alguno. Nuestras calles, aquellas que podíamos recorrer en bicicleta, han colapsado ante el tráfico y las entradas y salidas de los estacionamientos de los edificios.
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Nadie aboga porque se limite el desarrollo de proyectos inmobiliarios en la comuna. Por el contrario, aquello dinamiza la economía, crea empleo, y genera un mayor valor en las propiedades del sector. Pero que se haga bien. Con visión y coraje. Que se enfrente a las grandes constructoras y se les obligue, a través de ordenanzas municipales y plano regulador, a levantar sus edificaciones e intervenir el entorno pensando que ahí vivimos seres humanos.
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Las Condes tampoco ha tenido una visión integradora de la sociedad. No se ha preocupado de sus sectores medios y populares. Existen a su interior bolsones de pobreza de los cuales la autoridad no se preocupa lo suficiente, lo que inaceptable para la comuna de cuarto mayor nivel de ingreso en el país. Según cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Las Condes se ubica en el lugar número 35 en los indicadores de salud de sus habitantes, mientras que una comuna más pobre, como La Florida, se halla en el 29. Es evidente que Las Condes pudo haber implementado una red de salud eficiente y solidaria para su gente. Pero no. La visión de la autoridad comunal es que cada uno vele por sus propios problemas.
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Las Condes no ha asumido su rol de protección. Requerimos, por ejemplo, de un mayor apoyo municipal a las organizaciones de consumidores. Muchas cadenas comerciales se han hecho ricas en nuestra comuna; es hora de proteger a quienes han financiado dichas fortunas.
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Es esta visión la que pretendemos cambiar desde el Concejo Municipal. Quiero llevar la diversidad al Municipio, el que, sabemos, ha estado hegemonizado por una sola visión política desde hace doce años.
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Las hegemonías no son nunca buenas, y el caso de Las Condes así lo demuestra. Una comuna que ha tenido todo para construir un mejor barrio, una mejor sociedad para su gente, pero que ha sucumbido ante los intereses particulares de quienes sólo buscan el lucro. Necesitamos recuperar la calidad de vida que tuvo esta comuna, por la cual todos pagamos, y que la autoridad comunal no ha sabido defender.
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Las ciudades las construyen las comunidades, no los individuos. Una gestión politizada y una visión sesgadamente individualista han hecho que Las Condes pierda su identidad y carácter, y lo que es peor, que deje de proteger a su gente.
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Los ciudadanos de Las Condes merecemos mejores prestaciones sociales de la comuna. Merecemos mayor protección. Merecemos mayor igualdad en la educación municipalizada. Mejor atención en los consultorios. Merecemos andar en bicicleta por nuestra propias calles. Merecemos una mejor calidad de vida.
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Las Condes, agosto de 2004.
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Nací en Las Condes. Aquí me crié; aquí fui al colegio. En una tranquila calle del sector Apoquindo aprendí a caminar, correr y jugar con mis amigos. Tomé helados en el Faro, comí papas fritas en el Pollo Stop, y fui a las fiestas del Stadio Italiano. Pero mi principal recuerdo de aquella Las Condes de los setenta y ochenta está ligado a mi bicicleta. Recorrí la comuna entera una y otra vez con mis amigos, de punta a cabo, de Bilbao a Kennedy y de Tobalaba hasta el Arrayán. ¿Había que hacer una tarea con un compañero de curso? Tomaba la bici y partía a su casa. Sin problemas. Sin temor. Sin congestión. Con buenas veredas y muchos árboles. Era una comuna humana, hecha para que su gente se sintiera bien.
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Nadie conoce Las Condes mejor que yo, mi bicicleta CIC, y mis compañeros de infancia y adolescencia. Y podemos decir que en esta comuna ya no se vive bien. El tráfico asfixiante, la inseguridad ciudadana, la urbanización descontrolada, la desigualdad.
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Que la calidad de vida se haya deteriorado tan dramáticamente en esta comuna no es algo casual, ni fue el producto del mayor desarrollo del país, ni tampoco ha sido algo inevitable. Nuestra calidad de vida se ha deteriorado simplemente por una mala visión acerca de cómo se debe construir el barrio y la ciudad.
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Basta incluso ver comunas aledañas, como Vitacura o Providencia, que han demostrado mayores avances que nosotros en los últimos años. Basta pensar que somos una de las comunas con mayores recursos de Chile, y que no recibimos la gestión edilicia y ni la visión de ciudad que merecemos.
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El asunto es simple: La gestión alcaldicia de los últimos años ha priorizado la candidatura presidencial de Joaquín Lavín por sobre los anhelos y reales problemas de nuestros vecinos. El actual alcalde De la Maza ha dedicado casi todo su tiempo y energías a su labor de jefe de campaña de Lavín. No tengo ningún problema en que sea su generalísimo, pero que no deje botada la comuna como lo ha hecho!
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La visión de ciudad es un tema de mayor complejidad. Hemos perdido en calidad de vida porque ha primado una visión inmediatista, chata, de cero pertenencia cultural hacia lo que es el patrimonio histórico de la comuna. Han derribado los barrios de mayor valor arquitéctonico, para dar paso a una pléyade de edificios sin orden ni criterio estético alguno. Nuestras calles, aquellas que podíamos recorrer en bicicleta, han colapsado ante el tráfico y las entradas y salidas de los estacionamientos de los edificios.
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Nadie aboga porque se limite el desarrollo de proyectos inmobiliarios en la comuna. Por el contrario, aquello dinamiza la economía, crea empleo, y genera un mayor valor en las propiedades del sector. Pero que se haga bien. Con visión y coraje. Que se enfrente a las grandes constructoras y se les obligue, a través de ordenanzas municipales y plano regulador, a levantar sus edificaciones e intervenir el entorno pensando que ahí vivimos seres humanos.
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Las Condes tampoco ha tenido una visión integradora de la sociedad. No se ha preocupado de sus sectores medios y populares. Existen a su interior bolsones de pobreza de los cuales la autoridad no se preocupa lo suficiente, lo que inaceptable para la comuna de cuarto mayor nivel de ingreso en el país. Según cifras del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, Las Condes se ubica en el lugar número 35 en los indicadores de salud de sus habitantes, mientras que una comuna más pobre, como La Florida, se halla en el 29. Es evidente que Las Condes pudo haber implementado una red de salud eficiente y solidaria para su gente. Pero no. La visión de la autoridad comunal es que cada uno vele por sus propios problemas.
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Las Condes no ha asumido su rol de protección. Requerimos, por ejemplo, de un mayor apoyo municipal a las organizaciones de consumidores. Muchas cadenas comerciales se han hecho ricas en nuestra comuna; es hora de proteger a quienes han financiado dichas fortunas.
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Es esta visión la que pretendemos cambiar desde el Concejo Municipal. Quiero llevar la diversidad al Municipio, el que, sabemos, ha estado hegemonizado por una sola visión política desde hace doce años.
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Las hegemonías no son nunca buenas, y el caso de Las Condes así lo demuestra. Una comuna que ha tenido todo para construir un mejor barrio, una mejor sociedad para su gente, pero que ha sucumbido ante los intereses particulares de quienes sólo buscan el lucro. Necesitamos recuperar la calidad de vida que tuvo esta comuna, por la cual todos pagamos, y que la autoridad comunal no ha sabido defender.
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Las ciudades las construyen las comunidades, no los individuos. Una gestión politizada y una visión sesgadamente individualista han hecho que Las Condes pierda su identidad y carácter, y lo que es peor, que deje de proteger a su gente.
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Los ciudadanos de Las Condes merecemos mejores prestaciones sociales de la comuna. Merecemos mayor protección. Merecemos mayor igualdad en la educación municipalizada. Mejor atención en los consultorios. Merecemos andar en bicicleta por nuestra propias calles. Merecemos una mejor calidad de vida.
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Las Condes, agosto de 2004.
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Ana
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Ana